miércoles, 22 de noviembre de 2017

EL JUEGO

 Si hay una verdad, probablemente sea que el niño del ámbito rural como cualquier otro niño JUEGA. En principio, a lo que conoce, desempeña roles que le son conocidos y cercanos a su vivencia cotidiana. Ir a arriar las vacas, amasar el pan, construir el corral, salir a cazar o a pescar, arreglar el tractor o ir a tomar mate o a la jineteada son juegos comunes de los niños del ámbito rural. Si hay algo que iguala a los niños quizás sea su predisposición al juego.

El aprendizaje es en un punto la interiorización de lo exterior y el juego una de las posibilidades de exteriorizar aquello que sabemos y sentimos, es por ello que juego y aprendizaje lejos de ser antagónicos resultan complementariamente necesarios.
Es el juego la herramienta con la que cuentan los niños y niñas para entender su entorno, apropiarse de este, exponer sus dudas, expresar sus emociones, con otros niños. Es el juego la herramienta con la que cuenta el docente para generar, situaciones a descubrir, posibilidades para aprender.
Es a través del juego que muchos docentes conocemos y descubrimos la realidad de nuestros alumnos, nos enseñan sus realidades, sus necesidades, nos acercan al conocimiento de los tan mentados saberes previos.   
Quienes se desempeñan en el ámbito rural hacen referencia a que las carencias de los niños hacen de sus alumnos seres más creativos, sus juegos son más ricos en tanto han aprendido, desde muy pequeños, a arreglarse con lo que tiene, a jugar con lo que las naturaleza les aporta, son prácticos y manipulan herramientas para construir carros, hamacas y otros elementos.
El juego simbólico pone de manifiesto la imaginación creadora de estos niños que construyen corrales o casitas con ramas, utilizan los elementos naturales para simbolizar todo aquello que necesitan, no tienen problema en ensuciarse o subirse a los arboles  jugar arriba de un tractor viejo, son privilegiados con amplios espacios para moverse.
El docente puede ofrecer recursos que motiven a seguir desarrollando estas capacidades y expriman las posibilidades del juego compartido.  
El juego es, por excelencia, libre, solo si se mantiene esta condición es juego. Y es libre porque es el jugador quien decide si desea  o no jugarlo.


 Tiene un enorme valor que el docente permita este tipo de juegos previendo los tiempos, los espacios y los recursos que los promuevan.

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